
El sueño de tomarse los escenarios
Con una gratitud que no da lugar a dudas Anderson asegura que, si de ejemplos a seguir se trata, admira a sus profesores y le gustaría ser músico profesional para ser parte de una gran orquesta.
Desde que hace parte de la Fundación Nacional Batuta, se ha sentido cómodo y feliz, tanto con sus compañeros como junto a sus profesores.
Su familia lo apoya y espera lo mejor de él. Apoyan su proceso y no pueden esperar a escuchar cuáles serán sus avances con el violonchelo, su instrumento; que cada vez que lo interpreta lo reta un poco más para competir contra sí mismo.
Sabe de la importancia de la práctica diaria, conoce la utilidad de los ensayos, y -ya sea en Pizzicato o frotando las cuerdas del chelo con el arco- tocar le resulta cada vez “más fácil”.
Dice que esta etapa de su vida le permitirá hacer de su tiempo una inversión para perfeccionar su carrera musical: “y lograr ser parte de una orquesta sinfónica, o como músico solista.”