El poder transformador de la música

Aportes de la experiencia musical al ámbito emocional. Estado de la cuestión en Colombia

La música es un medio idóneo de expresión para las personas, no solo por  sus  características  artísticas,  también  por  la  relación  cognitiva  que  de  manera  nata  vincula  el  sonido  y  el  desarrollo  humano  (Hargreaves,  1998). El  canto,  la  interpretación,  la  composición,  la  grafía  musical  y  la  audición  son medios para la expresión musical propia y la comprensión de lo que los demás  quieren  expresar.  Por  ello,  es  necesario  desarrollar  las  habilidades  necesarias para manifestarse efectivamente a través de la música (Subirats, 2011).  Además,  estos  procesos  se  relacionan  de  manera  central  con  la  experiencia musical, concebida como un eje articulador de escucha, creación, educación y práctica musical (Zapata, 2017).

La  experiencia  musical  es  un  mecanismo  subjetivo  de  apropiación  y  de  expresión  del  lenguaje  sonoro,  mediante  el  cual  todas  las  expresiones  relacionadas  en  la  actividad  musical  representan  igual  importancia  y  validez,  al diversificar y enriquecer las formas de interacción artística (Zapata, 2011). Por  ello,  se  configura  como  núcleo  donde  se  conjugan  diversas  prácticas alrededor del hacer musical con enfoques diferenciados, por ejemplo, procesos de formación y aprendizaje musical o prácticas con fines terapéuticos como la  musicoterapia.  Es  necesario  comprender  la  experiencia  musical  desde  una  perspectiva amplia que abarque los procesos de educación y de terapia musical. La experiencia y la formación musical vinculan aspectos cognitivos del ser,  desde  donde  es  posible  incidir  en  el  comportamiento,  las  respuestas  emocionales, la memoria, el lenguaje y las funciones cognitivas, entre otros (Jauset-Berrocal et al., 2017; Peñalba, 2017). Todo lo anterior sucede gracias a distintos procesos neuronales que, desarrollados desde la infancia, logran un  mayor  impacto  en  la  persona  (Benítez  et  al., 2017).  Al  reconocer  estas  potencialidades de la música y su experiencia, la musicoterapia toma lugar en prácticas de improvisación, escucha, recreación, recepción y composición, para  orientar  procesos  terapéuticos  (Bruscia,  1997).  Por  ello  y  teniendo  en  cuenta  las  múltiples  aportaciones  al  ser,  la  experiencia  y  la  educación  musical  se  plantean  como  un  derecho  universal  que  sensibiliza  y  moviliza  social, emocional y culturalmente al individuo, ya que le da la posibilidad de expresarse y de relacionarse a través de la música (Hemsy, 2011).

Diversas  investigaciones  de  revisión  han  develado  la  incidencia  de  procesos  musicales  en  el  ámbito  social,  afectivo,  cultural  y  económico  de  las  personas  (Gómez-Zapata  et  al., 2020; Hallam, 2015).  Según  Subirats  (2011), es posible clasificar las investigaciones musicales en Iberoamérica en  tres  categorías:  (1)  psicológicas,  que  abordan  el  estudio  del  desarrollo  de  habilidades  musicales  y  procesos  emotivos,  perceptivos,  cognitivos,  de  aprendizaje y evaluación en relación con el hecho musical; (2) sociológicas, relacionadas  con  el  consumo  y  los  gustos  musicales  y  con  la  influencia  del contexto  y  de  la  cultura,  teniendo  en  cuenta  los  entornos  de  desarrollo  sociocultural; y (3) las vinculadas a la didáctica musical, que se refieren a los estudios que abordan los procesos de aprendizaje de los estudiantes. No obstante, el abordaje más reiterativo es el estudio del impacto musical en la dimensión personal y en el bienestar psicológico del individuo (Carrillo et al., 2017), es decir, las investigaciones de tipo psicológico.

La  evidencia  empírica  ha  relacionado  positivamente  la  música,  su  aprendizaje  y  su  práctica  con  el  desarrollo  de  habilidades  intra-  e  interpersonales  en una doble línea. Es decir, se ha demostrado que la formación en música contribuye a desarrollar aspectos de la dimensión emocional de los sujetos. A su vez, estudios han evidenciado cómo la música y sus características de aprendizaje promueven el desarrollo social y emocional de los estudiantes, pues  la  autogestión,  la  autonomía,  la  autoconsciencia,  la  gestión  positiva  de  relaciones,  la  consciencia  social  y  la  toma  de  decisiones  responsables  se  presentan  como  puntos  a  desarrollar  para  el  bienestar  emocional  y  necesarios  para  la  formación  musical  (Campayo-Muñoz  &  Cabedo-Mas,  2016; Campayo-Muñoz et al., 2020; Kupana, 2015; Varner, 2020).

En el escenario internacional se han adelantado revisiones que dan cuenta del impacto de la experiencia y de la educación musical en diversos ámbitos de la persona (Benítez et al.,2017; Carrillo et al., 2017; Hallam, 2015; Jauset-Berrocal et al., 2017), donde se ha demostrado que el ajuste psicológico y la dimensión emocional son las áreas de mayor incidencia (Peñalba, 2017). Sin embargo,  en  Colombia  el  panorama  no  se  ha  estudiado  a  profundidad.  Se  reconoce el artículo publicado por Casas (2001) como la primera publicación que  aborda  la  temática.  Sin  embargo,  es  necesario  destacar  que,  aunque  hace aportes significativos a la comprensión del impacto de la formación musical  en  el  individuo,  el  estudio  se  sitúa  en  una  revisión  de  la  literatura  desde una perspectiva internacional. Por lo tanto, a la fecha, se desconoce el estado actual de las investigaciones adelantadas en Colombia.

Este  estudio  se  propone  realizar  una  revisión  de  las  publicaciones  relacionadas con el impacto generado por la experiencia musical en el ámbito emocional de niñas, niños y adolescentes, desde la perspectiva del escenario investigativo  colombiano,  para  entender  el  amplio  plano  de  posibilidades  que  aborda  la  experiencia  musical,  como  los  procesos  formativos  y  las  experiencias de musicoterapia.


Metodología

Desde  una  perspectiva  cualitativa,  este  estudio  se  presenta  como  una  revisión  documental  sobre  los  aportes  de  la  experiencia  musical  al  ámbito  emocional  en  el  escenario  colombiano.  La  consolidación  y  el  análisis  documental son una investigación de las investigaciones (A. Jiménez, 2006), al  asumir  un  enfoque  de  hermenéutica  crítica  para  abordar  un  análisis  sistemático y detallado de las publicaciones.


Diseño metodológico

La  planeación  y  el  desarrollo  de  este  estudio  se  llevó  a  cabo  en  cuatro  fases. Inicialmente, se realizó la búsqueda documental en las plataformas Scielo,  Web  of  Science,  Dialnet  y  Google  Scholar.  Así,  se  encontraron  dos  trabajos  de  grado;  siete  documentos  que  se  relacionan  con  propuestas  de  maestría  adscritas,  principalmente,  a  la  Universidad  Nacional  de  Colombia;  tres  investigaciones  doctorales  desarrolladas  en  universidades  europeas;  y  siete  publicaciones  como  capítulos  de  libro  y  artículos  de  investigación.  El  rastreo  de  información  se  realizó  al  combinar  palabras  clave:  educación musical y Colombia, experiencia musical y emociones, musical y emocional, musical y afectivo, musical y Colombia y musicoterapia y Colombia.

Luego,  se  diseñó  una  matriz  ―resumen  analítico  de  investigación― para  la  sistematización  de  la  información,  la  cual  permitió  consolidar,  ordenar y categorizar los datos de la búsqueda para su posterior análisis. A través de un proceso interpretativo sobre aspectos relacionados, se realizó una  categorización  que  permite  agrupar  los  resultados  de  acuerdo  con  el  contexto en el que se desarrollan las iniciativas, pues es importante identificar las  características  de  los  escenarios  de  formación  o  intervención  para  aportar a la comprensión de los objetivos y realidades de cada estudio. Así mismo, se clasificaron las investigaciones según la incidencia en el ámbito emocional, bien sea intra- o interpersonal. En este sentido, las implicaciones en  lo  intrapersonal  se  toman  desde  (1)  los  aportes  al  autoconcepto  y  a  la  autoestima y (2) la gestión, el control y la regulación de emociones. En cuanto al  ámbito  interpersonal,  se  reconocen  esencialmente  los  estudios  donde  se  destacan  aportaciones  a  las  relaciones  interpersonales  y  la  empatía;  y  los  que,  a  través  del  desarrollo  de  habilidades  sociales,  se  enfocan  en  la  reducción o prevención de comportamientos agresivos.


Resultados

Contexto de desarrollo de los estudios

La  sistematización  y  el  análisis  de  los  documentos  dan  cuenta  de  un  campo  de  estudio  creciente  con  amplias  perspectivas  para  investigar  y  con dos escenarios de intervención claramente definidos. Por un lado, se desarrollan investigaciones que develan el impacto personal, social y cultural de programas de formación musical que cuentan con estructuras logísticas y  educativas  independientes  y  con  financiación  estatal.  Estos  escenarios involucran educación musical integral que aborda la iniciación y el desarrollo instrumental, teórico y auditivo, donde se toma el aprendizaje musical como una acción transformadora de la sociedad y de la persona.

En  este  primer  escenario,  se  desarrollan  investigaciones  en  torno  a  reconocidos  programas  como  Batuta, que  se  consolida  como  el  escenario  de formación musical más importante en Colombia, con un modelo de coros y orquestas sinfónicas infantiles y juveniles con cobertura nacional. Cuenta, además, con una línea dedicada al trabajo con niñas, niños y adolescentes víctimas del conflicto armado ―Música para la Reconciliación―. Se considera la educación musical como un derecho para todos, pues en cada ser existe una  musicalidad  que  merece  ser  desarrollada.  Batuta  funciona  en  jornada  extraescolar. Fomenta la práctica y el aprendizaje musical colectivo, centrado en población infantil y juvenil sin distinción de clase, religión, estrato o edad. A pesar de la amplia trayectoria de este programa en el escenario colombiano, son  pocas  las  publicaciones  que  se  encuentran  sobre  su  impacto  en  los  estudiantes (Gómez, 2011; Mayorga, 2017; Rincón, 2015; Rodríguez, 2019).

De otra parte, la Red de Escuelas de Música de Medellín[REMM] es un programa derivado de una política pública de la ciudad, con más de 23 años de  trayectoria,  que  garantiza  educación  musical  con  enfoque  social  para  niñas,  niños  y  adolescentes  (Gómez-Zapata  et  al., 2020).  Por  su  parte,  la  Jornada  Escolar  40  horas,  40  x  40,  es  una  jornada  complementaria  que  se  desarrolla en las diferentes instituciones educativas públicas de la ciudad de Bogotá. Cuenta con un énfasis en educación musical y atiende a procesos de formación orquestal, coral e instrumental (Bermúdez et al., 2015).

Por  otro  lado,  como  segundo  escenario  de  las  investigaciones,  se  relacionan  colegios,  fundaciones  y  hogares  comunitarios  ubicados  en  la  ciudad  de  Bogotá,  de  carácter  principalmente  público,  donde  se  aborda  la  experiencia  musical  desde  una  perspectiva  terapéutica  o  de  apoyo  social,  más centrada en el poder de la expresión y en la práctica musical que en el sentido  puramente  estético  (Bayona,  2019;  Cabrera,  2019;  Guevara,  2009; Hoyos, 2017;  Lotero,  2019;  Sastoque,  2016;  Tomalá, 2017;  Zapata,  2013; Zapata & Hargreaves, 2017).

Las  publicaciones  se  remiten  a  estudios  desarrollados  principalmente  en la zona metropolitana de Bogotá, donde el análisis del programa Batuta es el más estudiado y las aportaciones de intervenciones musicoterapéuticas son las investigaciones más recurrentes.


Incidencia en el ámbito emocional

Todas las investigaciones destacan aportes al mundo afectivo de los participantes, bien sea como un resultado de la formación musical o como el objetivo de intervenciones con fines terapéuticos a través de la música. Independientemente  del  tipo  o  enfoque  de  investigación  y  experiencia musical,  se  presenta  una  relación  directa  de  repercusión  entre  el  aspecto  intrapersonal y el interpersonal.


Incidencia intrapersonal

Para   entender   esta   categoría,   es   necesario   aclarar   que   el   ámbito   intrapersonal  involucra  características  psicológicas  específicas  de  cada sujeto, relacionadas con la comprensión de sí mismo, con el autoconcepto, con  la  autorrealización  y  con  la  identidad  (Buitrago,  2012;  Buitrago  et  al., 2019) o, desde otra perspectiva, con habilidades referidas al reconocimiento y  el  manejo  adecuado  de  las  emociones  propias  (Campayo-Muñoz  et  al., 2020).

En  este  sentido,  Gutiérrez  e  Ibañez  (2018),  desde  una  perspectiva  descriptiva, abordan específicamente el impacto de la educación musical escolar  y  extraescolar  en  el  coeficiente  emocional  de  niños,  niñas  y adolescentes de la ciudad de Tunja. El estudio contrasta las aportaciones de  escenarios  de  educación  musical  formal  ―colegios―  y  espacios  de educación no formal. Se encontró que formarse musicalmente en ambientes no  formales  incide  en  mayores  niveles  de  desempeño  intrapersonal  y  de  adaptabilidad,  lo  cual  se  traduce  en  niveles  más  elevados  de  coeficiente emocional.  Esto  repercute  positivamente  en  la  estabilidad  y  el  bienestar  emocional  de  los  estudiantes.  El  estudio  entiende  el  ámbito  intrapersonal  desde  un  modelo  que  relaciona  el  concepto  de  sí,  la  autorrealización,  la  asertividad, el autoconcepto y la identidad, como un conglomerado medible.

Autoconcepto  y  autoestima.  Diversos  estudios  analizaron  de  manera  específica,  a  través  de  narrativas,  observaciones  y  diarios  de  campo, la    incidencia    de    programas    de    formación    musical    o    intervención    musicoterapéutica en el autoconcepto y la autoestima de los participantes. Rincón  (2015),  al  indagar  sobre  los  aportes  de  Batuta  en  el  escenario  bogotano, destaca que los estudiantes desarrollan capacidades y habilidades no cognitivas y sociales, como el descubrimiento y el reconocimiento de su ser. Así mismo, aporta al aspecto intrapersonal de los niños y jóvenes con el fortalecimiento de su autoconcepto, confianza e identidad individual, lo cual termina incidiendo positivamente en la personalidad y en la seguridad de sí. Estos procesos se dan, de acuerdo con el autor, por las potencialidades de la práctica musical a nivel individual y grupal; además, porque pertenecer a Batuta crea una identidad en torno al hecho musical desde donde es posible expresarse y reconocerse de una manera única.

Por  su  parte,  Rodríguez  (2019),  al  analizar  los  aportes  del  programa  Música para la Reconciliación en la construcción y reconfiguración del tejido social,  encontró  que  las  narrativas  de  docentes,  familiares  y  estudiantes  dan cuenta de aportes significativos en el aspecto intrapersonal de niños y jóvenes. Destaca que pertenecer al programa mejora la confianza en sí mismo,  el  autoconcepto  sobre  habilidades  y  capacidades  cognitivas  y  físicas, la autoaceptación y la autoestima, por un lado, gracias a los procesos musicales en sí ―el aprendizaje, práctica y desarrollo instrumental―, y por otro, a que el hacer musical genera la valoración y reconocimiento de otros, lo cual se relaciona positivamente con un mejor estatus social. Esto repercute en la imagen que tienen los estudiantes sobre sí mismos y sobre su hacer musical.

Bermúdez et al. (2015), en la evaluación realizada al programa Jornada Escolar 40 horas, 40 x 40, resaltan una incidencia positiva en el autoconcepto y en la autoestima de los estudiantes vinculados. Encontraron además una relación directa entre voz afinada y mejores niveles de autoconcepto.

De  otro  lado,  D.  Jiménez  (2020),  en  el  marco  de  la  formación  oficial, desarrolla un proyecto para ofrecer práctica instrumental con sentido social a estudiantes de sexto a once de bachillerato. El docente trabaja dos escenarios para la socialización de la formación musical: por un lado, un festival de la canción  que  promueve  la  creatividad  y  la  integración  escolar;  y  por  otro,  la  agrupación Venecia Big Band fomenta la socialización a través de la música. Se  demuestra  que  la  iniciativa  ha  sido  la  oportunidad  para  fortalecer  el  autoconcepto,  la  autoestima  y  el  planteamiento  de  un  proyecto  de  vida,  al  brindar identidad y reconocimiento a los participantes de la agrupación.

Desde una perspectiva de investigación acción, Bayona (2019) desarrolló una  intervención  de  musicoterapia  y  vinculó  a  niñas  de  10  y  11  años  pertenecientes  a  una  entidad  informal  encargada  de  atender  a  población  con  vulnerabilidad  y  riesgo  social.  A  través  de  ejercicios  de  improvisación  vocal e instrumental, de canto colectivo, de creación individual y grupal y de estrategias de mindfulness, y gracias al desarrollo de experiencias musicales desde la práctica y la audición enfocadas en fortalecer el autoconocimiento, la  autorregulación  y  la  autoconfianza,  se  mejoró  la  autoestima  de  las participantes. Así mismo, Zapata (2013, 2017) al desarrollar talleres enfocados en el canto y en juegos musicales y de improvisación con niños de entre 6 y 8 años de entornos vulnerables ―pobreza, desplazamiento y violencia―, encontró que esta experiencia musical tuvo incidencia en la autoestima de los participantes, lo cual se vincula con su desarrollo socioafectivo. De igual manera, el estudio relacionó positivamente la creatividad y el desarrollo del lenguaje  con  la  actividad  musical  propuesta,  lo  que,  a  su  vez,  incide  en  un  mejor reconocimiento de los estados emocionales. Esto aporta a posteriores procesos de gestión, control, regulación propia, entre otros.

Gestión,  control  y  regulación  de  emociones. Las  investigaciones  de  este  apartado corresponden a intervenciones con fines terapéuticos desarrolladas en  escenarios  formativos  de  la  ciudad  de  Bogotá.  El  trabajo  desarrollado  por  Cabrera  (2019)  vinculó  a  estudiantes  de  14  a  17  años  para  potenciar  sus  habilidades  sociales  y  emocionales.  Se  determinó  que,  a  través  de  ejercicios de improvisación vocal, instrumental y de audición, se favoreció el reconocimiento emocional de los participantes, lo cual derivó positivamente en procesos de percepción, gestión y control de emociones. Igualmente, la intervención apoyó la expresión emocional, pues los estudiantes encontraron en la música el medio idóneo para manifestar y comunicar sus sentimientos. Todo lo anterior repercutió significativamente en la capacidad para establecer relaciones interpersonales.

Por su parte, Lotero (2019), al trabajar con estudiantes de grado tercero, demostró que, a través de la improvisación vocal, instrumental y corporal, de la interpretación, creación y edición de canciones y de procesos de audición intencionada,  mejoraron  sus  habilidades  sociales  y  emocionales.  En  este  sentido, las actividades donde los participantes expresaron gustos y disgustos ―especialmente  en composiciones  e  improvisaciones―  favorecieron la  conciencia  emocional,  mientras  que  el  compartir  instrumentos  y  la  improvisación corporal se destacaron por aportar al control de emociones.Las  intervenciones  presentadas  se  caracterizan  por  su  énfasis  en  el  ámbito  intrapersonal.  No  obstante,  dos  estudios  centrados  en  potenciar habilidades  sociales  y  de  sana  convivencia  dan  cuenta  del  desarrollo  de  habilidades como gestión, expresión y regulación emocional (Hoyos, 2017) y de la mejora de autoestima y autopercepción en los estudiantes (Sastoque, 2016).  Es  decir,  los  resultados  positivos  en  el  ámbito  intrapersonal  se  entienden como repercusiones del énfasis en el trabajo interpersonal.


Incidencia interpersonal

Las  investigaciones  permiten  evidenciar  un  contundente  aporte  al  ámbito  interpersonal  de  estudiantes  no  solo  de  los  procesos  formativos,  también  de  las  experiencias  de  intervención,  pues  la  mejora  de  relaciones  interpersonales,  la  reducción  de  la  agresividad  y  la  empatía  son  resultados  comunes vinculados entre sí. Las publicaciones de Gutiérrez e Ibáñez (2018, 2020) destacan el área interpersonal como la de mayor repercusión, gracias a los procesos de formación musical, bien sea escolar o extraescolar, en niñas, niños y adolescentes de la ciudad de Tunja, pues se mostraron niveles más adecuados en los estudiantes que reciben formación musical extraescolar. No obstante, por las características del estudio, se desconocen las causas puntuales de estas relaciones, aunque se argumenta que la flexibilidad y la libertad de los espacios de aprendizaje musical no formal, así como aspectos familiares, pueden ser las fuentes.

Empatía y relaciones interpersonales. Las investigaciones presentadas se encargan  de  evidenciar  los  aportes  no  musicales  de  procesos  formativos  con enfoque social como Batuta y la Jornada escolar 40 horas. Se exceptúan las  dos  investigaciones  finales  de  este  apartado,  que  corresponden  a intervenciones con fines terapéuticos.

En este contexto, Rodríguez  (2019)  y  Mayorga  (2017)  destacan  que  el  programa Música para la Reconciliación, desarrollado por Batuta, aporta a la reconstrucción del tejido social y emocional de niños, niñas y adolescentes víctimas del conflicto armado colombiano. Desde la práctica, la experiencia musical,  el  modelo  de  formación,  la  atención  psicosocial  a  estudiantes  y  familias  y  el  sentido  de  identidad  con  la  institución,  los  participantes  y  su  círculo  cercano  manifestaron  el  desarrollo  de  más  habilidades  para  relacionarse con los demás, mejorar su capacidad empática, construir redes de apoyo y generar amistades, lo cual contribuye a la consolidación de una cultura de paz desde la comprensión de la música como un hecho complejo y dinámico que debe entenderse como praxis social.

Continuando con las aportaciones de Batuta, Rincón (2015), en Bogotá, destaca  que  participar  en  el  programa  de  formación  musical  contribuye  significativamente a la sana interacción, a la integración de las personas, a las relaciones entre estudiantes y profesores, a la participación ciudadana, a la empatía por los compañeros músicos de orquesta, a la identidad colectiva y  al  trabajo  colaborativo.  Así  mismo,  Gómez  (2011),  en  Caldas,  lo  describe  como   un   escenario   donde   los   estudiantes   enriquecen   sus   relaciones   interpersonales  y  mejoran  sus  habilidades  para  el  trato  con  los  demás,  lo  cual  incide  en  la  formación  de  valores  de  ciudadanía.  Los  autores  explican  estas  incidencias  por  el  proceso  mismo  de  formación  musical,  por  los  valores misionales de la institución, por la práctica musical como elemento cohesionador  y  por  la  influencia  del  programa  en  la  identidad  individual  y  colectiva.

También  en  Bogotá,  Bermúdez et  al.  (2015)  determinaron  que  los  estudiantes   participantes   de   la   Jornada   Escolar   40   horas   presentan   fortalezas  en  conductas  prosociales  y  competencias  sociales.  Además,  establecieron una relación directa entre voz cantada, afinada y conductas prosociales,  lo  cual  implica  que,  a  mayor  destreza  musical  al  cantar,  se  presentan  más  conductas  prosociales.  No  obstante,  los  autores  destacan  que es necesario continuar indagando sobre el impacto del programa y de la educación musical en las personas para determinar aspectos más concretos del ámbito psicosocial.

Desde  una  perspectiva  terapéutica,  Lotero  (2019)  y  Sastoque  (2016) desarrollan intervenciones centradas en fortalecer la empatía y la asertividad de los estudiantes, al usar la improvisación vocal e instrumental, la expresión emocional,  el  ensamblaje,  la  edición  y  la  creación  de  canciones  como  estrategias  para  el  desarrollo  de  la  comunicación,  de  la  interacción,  de  la  prosocialidad y de la expresión de ideas y de emociones.

Reducción  de  la  agresividad  y  la  violencia.  Los  programas  de  educación  musical con fines sociales se han consolidado como escenarios que reúnen perspectivas  diversas  de  vida  y  permiten  configurar  interacciones  sanas y  de  alteridad.  En  este  sentido,  Gómez-Zapata et  al.  (2020)  adelantaron  la  evaluación  del  programa  de  la REMM en los ámbitos afectivo, económico y social de los estudiantes y sus familias. Los resultados muestran que los implicados y su núcleo familiar presentan menor probabilidad de participar en hechos de violencia o conflictos agresivos, gracias a que el programa ofrece a los estudiantes una identidad positiva y un espacio para invertir el tiempo libre en la práctica musical. Además, lo anterior se considera consecuencia de  la  perspectiva  institucional  que  promueve  valores  cívicos  de  cuidado  y  de respeto por los demás, empatía, tolerancia, trabajo en equipo e inclusión, es  decir,  habilidades  para  el  desarrollo  interpersonal,  lo  que  también  incide  positivamente  en  el  bienestar  individual  y  familiar  de  los  niños  y  jóvenes  vinculados al programa.

Al usar estrategias de intervención propias de la musicoterapia ―como ejercicios   de   improvisación,   canto   grupal,   sonodramatización,   montaje   musical,  percusión  corporal,  expresión  corporal  y  juegos  musicales―,  las investigaciones  de  Guevara  (2009),  Hoyos  (2017) y Tomalá (2017)  acuden  a  la  experiencia  musical  para  desarrollar  habilidades  que  posibiliten  una  sana  convivencia  y  garanticen  espacios  sin  agresiones  entre  estudiantes  de  primaria.  Los  resultados  arrojaron  que,  luego  de  la  aplicación  de  los  programas,  disminuyó  significativamente  la  violencia  directa  de  los participantes  hacia  sus  pares,  la  conflictividad  y  los  comportamientos  hostiles, lo cual se relaciona con el desarrollo de la empatía y de la asertividad. Así mismo, se destaca la apropiación de habilidades como mejor expresión y control de la respuesta emocional impulsiva. Es decir, también se desarrolló un carácter cognitivo de análisis y de regulación emocional. La investigación permite  entender  las  intervenciones  musicoterapéuticas  como  estrategias  para la prevención de la violencia y del conflicto escolar, lo cual también se ha relacionado positivamente con un adecuado manejo emocional y niveles más altos de inteligencia emocional (Buitrago et al., 2019; Fernández, 2021; Pérez, 2018).

Conclusiones

Los resultados de esta revisión denotan, en primer lugar, la importancia de los escenarios de educación musical con fines sociales, como espacios que promueven la sana interacción entre pares y favorecen el desarrollo de los estudiantes desde una perspectiva integral. Es evidente el aporte al ámbito emocional de los estudiantes. Se destaca el fortalecimiento de la autoestima, del autoconcepto y de un cúmulo significativo de habilidades sociales que inciden  positivamente  en  los  aspectos  intra-  e  interpersonales.  Lo  anterior  se debe, posiblemente, no a la música en sí misma, sino a la trascendencia social  y  artística  del  hacer  musical  (Evans  &  Liu,  2019),  foco  de  desarrollo  de programas como Batuta, REMM y 40 x 40. Por ello, resulta fundamental entender  la  educación  musical  desde  una  perspectiva  integradora  como  praxis esencialmente social y emocional (Cabedo-Mas & Díaz-Gómez, 2013; Hemsy, 2002; Regelski, 2020; Zapata & Hargreaves, 2017).

Igualmente, se destaca la importancia de la Maestría en Musicoterapia de  la  Universidad  Nacional  como  el  escenario  de  formación  que  más  investigaciones aportó a este estudio. Los enfoques y estudios desarrollados presentan   un   claro   interés   por   favorecer   experiencias   musicales   para   potencializar  las  capacidades  y  habilidades  sociales  y  emocionales  de  los  estudiantes,  en  aras  de  una  mejor  convivencia  y  bienestar.  Se  destaca  la  improvisación  vocal  e  instrumental  como  la  estrategia  que  más  aporta  al  ámbito emocional, pues las características mismas de esta práctica musical representan  un  lugar  de  encuentro,  de  escucha,  de  respeto  y  de  tolerancia,  a la vez que permite expresar las emociones desde un lenguaje diferente y apoya la identidad, la autoconfianza y la autoestima.

En   todas   las   publicaciones   abordadas,   se   evidencia   la   relación   entre  experiencia  musical  y  ámbito  emocional  de  una  manera  integral,  sin  distinción  de  enfoque  o  de  programa.  Es  decir,  los  resultados  de  las  publicaciones centradas en detallar la incidencia en el aspecto interpersonal también destacan repercusiones positivas en elementos de lo intrapersonal, y  viceversa.  En  consecuencia,  se  indica  una  correspondencia  directa  entre  experiencia musical, bien sea desde programas formativos o intervenciones de musicoterapia, y desarrollo de habilidades y capacidades emocionales, lo cual se traduce en bienestar emocional para las personas.

Este  estudio  se  consolida  como  un  primer  acercamiento  al  estado  de  la  producción  investigativa  desde  una  perspectiva  colombiana,  sobre  la  relación  entre  experiencia  musical  y  aspectos  emocionales  de  niñas,  niños  y adolescentes. No obstante, es necesario indagar por investigaciones que abarquen otras poblaciones como adultos, personas mayores y los mismos docentes   de   música,   para   establecer   las   particularidades   que   puedan   presentarse. Se destaca la necesidad de entender el papel fundamental que juega el maestro de música como agente regulador en la incidencia del hecho musical en la dimensión emocional, pues, desde la postura del profesor, de sus  acciones,  respuestas,  orientaciones  y  comportamiento,  puede  hacerse  más significativa la experiencia de aprendizaje (Casas, 2015;  Pulido,  2019; Vasil et  al., 2019).

En  consecuencia,  se  invita  a  desarrollar  estudios  que  analicen y resalten el trabajo del docente de música (Cárdenas et al., 2020).Este  trabajo  de  revisión  permite  evidenciar  la  importancia  que  ha  ido  tomando  en  Colombia  el  estudio  sobre  el  impacto  de  las  experiencias  musicales en aspectos emocionales. Así, aunque se denota un escenario de indagación cada vez más rico, es necesario continuar desarrollando trabajos que  permitan  entender  y  validar,  desde  una  perspectiva  territorial,  los  diversos  escenarios  de  formación  musical  y  la  trascendencia  de  la  música  en el aspecto emocional de las personas.