El poder transformador de la música

‘Mis primeros viajes con Batuta me permitieron evidenciar las puertas que me abría la música’: Juan Montoya

Juan Montoya participó en los procesos de formación musical de la Fundación Nacional Batuta en Medellín desde 1993 hasta 1997. Hoy es un reconocido director musical en diversas orquestas alrededor del mundo y ha obtenido varios reconocimientos por su talento. Tuvimos la oportunidad de hablar con él sobre su crecimiento, su carrera y sobre el impacto que tuvo el poder transformador de la música en su vida.




Entrevistador: ¿Qué está haciendo actualmente en el ámbito musical?

JM: Actualmente hago mi doctorado en dirección orquestal y de opera en la Universidad de Arizona, en Estados Unidos. También soy director musical de la UA Philharmonic Orchestra, director asistente de la Arizona Symphony Orchestra  y director residente de la Opera de la Ciudad de Kuala Lumpur en Malasia, cargo que desempeño desde el 2014.

E: ¿Cuál fue el inicio de su interés por la música?

JM: Mi hogar. Mi padre es guitarrista de música popular y desde muy pequeño junto a mis dos hermanos nos llevó a clases para reforzar lo aprendido en casa. El gran giro en mi formación tuvo lugar cuando ingresé a Batuta, pues pude interpretar diversos instrumentos, aprender varias técnicas, estilos musicales y disciplinas que me dieron las bases fundamentales para leer la música, entender los ritmos y reconocer el trabajo en equipo de una orquesta.


E: ¿Qué memorias tiene de ese periodo en Batuta?

JM: Las mejores. Algo muy valioso fue todo lo que me enseñó el trabajo en equipo. Bajo este modelo tuve la oportunidad de realizar mis primeros viajes, que me llevaron a conocer diversos lugares de Antioquia y Colombia. Estas oportunidades me permitieron evidenciar las puertas que me abría la música para conocer nuevos destinos, nuevas personas y proyectar nuevas metas. Cambió mi forma de ver las cosas, ya que la música dejó de ser sólo un interés y se convirtió en una opción de vida.

E: ¿Cómo continuó su carrera profesional?


JM: Después de 3 años en Batuta y de aprender de la música sinfónica supe que quería ser profesional. Estudie Música en la Universidad EAFIT, de donde me gradué y poco a poco, después de mucho esfuerzo, tuve la oportunidad de tener conciertos como solista. En 2003, con más confianza y seguridad, me presenté y fui aceptado en un curso en piano en Chautauqua, Nueva York. Esta salida fue clave, ya que allí, reiteré el interés -iniciado en Batuta- por buscar nuevas fronteras y conocí a personas que han jugado un papel fundamental en mi crecimiento personal, musical, académico y profesional.

En 2006 me ofrecieron una beca de la Universidad de Toledo en Ohio, cuyo director de programa fue un maestro que conocí durante mi visita a Estados Unidos en el 2003.


E: ¿Qué viene después de la beca?

JM: Terminado mi primer máster, tuve la oportunidad de viajar a Malasia. Viví allí del 2010 al 2015 y trabajé en la dirección de diversas orquestas como la Bentley Repertoire Symphony Orchestra, fui director musical de la UiTM Symphony Orchestra y director asistente de la Malaysian Philharmonic Youth Orchestra.

También he tenido el placer de dirigir la orquesta Sinfónica Nacional de Paraguay, la Orquesta Sinfónica EAFIT (Colombia), la Tucson Symphony Orcestra (EE.UU.), la Surabaya Symphony Orchestra (Indonesia), la Arizona Symphony Orchestra (USA), la Rousse Opera (Bulgaria) y la Kuala Lumpur City Opera (Malaysia), entre otras.

E: ¿También ha sido merecedor de varios premios, cuáles son?

JM: La Orquesta Sinfónica de Paraguay me dio en el 2016 el Batón Dorado, en el Concurso Internacional de Dirección 3.0, también recibí una mención especial en la II competencia Internacional de conducción del Mar Negro en Rumania y finalmente el tercer premio en la competencia internacional de dirección de ópera del Danubio Azul en Bulgaria. Lo más interesante es que los premios de esta última competencia me dan oportunidades profesionales para trabajar con instituciones de Opera ubicadas en Hungría, Rumania y el Cairo.




E: ¿Cuándo ud. era un joven Batuta, se imaginaba que todo esto iba a llegar?

JM: ¡No me lo imaginaba! Pero con cada esfuerzo y tiempo dedicado se me presentaban nuevas experiencias que me acercaban a este camino. Sin duda tener la oportunidad de trabajar en equipo con la Orquesta Batuta, viajar con ellos y ampliar mis horizontes del barrio a la ciudad, de la ciudad al departamento, del departamento el país y del país al mundo, me llenó de seguridad para entender que hay muchas oportunidades más allá.


E: ¿Qué mensaje le daría a los 43.000 niños y jóvenes músicos que hacen parte de Batuta alrededor de todo Colombia?

Que la música vale la pena. Todo el esfuerzo, el sacrificio para estudiar, practicar y ensayar es un mundo muy diferente al que otros jóvenes van a vivir, pero si uno lleva la música dentro, vale la pena. En sus inicios uno se pregunta si va a rendir frutos y es valido cuestionárselo, pero el consejo es que pongan todo su esfuerzo y trabajen duro porque los resultados llegan. Yo mismo viví esta experiencia.